domingo, 13 de septiembre de 2009

UN HOMBRE PLENAMENTE CONSCIENTE

Un hombre así, espontáneo, es a quien yo tengo por el hombre auténtico, el hombre normal. A un hombre así le envidio yo hasta la última gota de bilis. Es tonto, eso no lo discuto, pero quizá un hombre normal deba ser estúpido a la fuerza, ¡qué sabrán ustedes!... Puede que incluso sea bueno. Además, tanto más me confirmo en esa, por llamarlo así, sospecha, cuanto que, al tomar la antítesis del hombre normal, es decir, a ese hombre plenamente consciente, surgido evidentemente no ya del seno de la naturaleza, sino de una retorta, este hombre de la retorta flaquea tanto cuando se compara con su antítesis que incluso él mismo, a pesar de toda esa acentuada conciencia suya, llega honestamente a considerarse un ratón y no un ser humano. Un ratón acentuadamente consciente, pero ratón al fin en contraposición con un hombre. Lo importante es que él, hasta él mismo se considera un ratón, sin que le obligue nadie, lo que es una cuestión importante.
Supongamos que el ratón se siente ultrajado y quiere cobrar venganza. Puede que el maligno y repugnante deseo de pagar con la misma malvada moneda le roa a él por dentro de manera aún mas aviesa que al hombre natural, porque al hombre natural dada su congénita estupides, entiende campechanamente su desquite como un mero acto de justicia, mientras que el ratón, a causa de su acentuada conciencia, se niega esa legitimidad. Evidentemente a nuestro hombre consciente no le quedará otra salida que hacer de tripas corazón con una sonrisa de afectado desprecio -que ni él mismo termina de creerse- mientras se escabulle vergonzosamente en su madriguera. Allí en su fétido y abyecto subsuelo, nuestro ofendido, apaleado y ridiculizado ratón se sumergirá inmediatamente en un rencor frío, ponzoñoso y, sobre todo, enterno. Cuarenta años seguidos pasará recordando los más ínfimos detalles de su afrenta, a los que añadirá por su cuenta otros detalles cada vez más vergonzosos, instigándose e irritándose perniciosamente con sus propias fantasías. Se avergonzará de su propia imaginación, pero a pesar de ello no se olvidará de nada; montará y desmontará todos sus recuerdos; se inventará fábulas sobre sí mismo con la excusa de que todo pudo haber ocurrido..., y no se perdonará n a d a. Puede que incluso comience a vengarse, pero lo hará a salto de mata, por cosas sin importancia, desde el otro lado de la estufa, de incógnito, sin creer en su derecho a vengarse ni en el éxito de su venganza, y sabiendo de antemano que en todos sus intentos de cobrarse venganza él sufrirá cien veces más que la persona de la que se vengue, la cual quizá no llegue ni a inmutarse.

jueves, 9 de julio de 2009

This is HIStory

Esta no es una muerte más del rock, porque es la única muerte del rock que no puede ser contenida por las múltiples metaforas que el rock mismo ha producido... Él no cambió la historia de la música, cambió la historia como tal y, al hacerlo, se volvió historia... Hay que agregar que cambiar la historia es hacer algo que no puede ser exactamente comprendido: es crear y volverse un misterio.

(1958 - 2009)

jueves, 19 de febrero de 2009

FLOGGERS: EL NUEVO GEN ARGENTINO. AH RE.


(advierto esto es muy viejero)

Tribus urbanas

Tienen entre 13 y 18 años y cada vez son más. Hijos de la nueva generación de internet, los floggers llegaron para quedarse.


“Ah re que está contando cuantas veces decimos ‘ah re’!”. Tres más. Les hago señas de que sigan hablando mientras dibujo 3 palitos en mi anotador, y pasan a formar parte de los otros 23 que ya anote…
Son las 4.30 de la tarde de un miércoles. Acabo de entrar al Abasto Shopping y una marea de colores brillantes me marea por un segundo, un distante “punchi-punchi” me advierte que encontré lo que buscaba. Su pelo es totalmente lacio, en la mayoría de ellos, casi negro, y todos, sin ninguna excepción, se llevan la mano a la cabeza, especialmente a su flequillo, en lapsos de pocos segundos. Llevan puestos los famosos pantalones “bombilla”, ahora llamados chupines, en rojo, azul eléctrico, amarillo, violeta. Se me hace difícil discernir entre hombres y mujeres; es un look andrógeno inconfundible. Adictos a la música bolichera y a la página de Internet Fotolog, esta nueva tribu urbana es cada vez más popular: los floggers.
Con cuidado e intentando pasar desapercibida (aunque fue complicado al no poseer absolutamente nada del look flogger) me acerqué a dos desprevenidos y les pregunté sus nombres, a lo que respondieron “¿mi nombre o el del fotolog? Ah re! Jajaja”.
Un fotolog es una página de Internet en donde el dueño puede subir fotos suyas y hacer un comentario sobre ella. Al mismo tiempo la página otorga un espacio para 20 comentarios para que otros fotologuers comenten sobre esa misma foto. En el año 2006 la página fotolog llegó a su cumbre: 6 de cada 10 adolescentes* admitieron tener fotolog y usarlo diariamente durante ese año. A mediados del año pasado, sin embargo, otra página acabó con la popularidad de fotolog. Facebook, una página que ofrece subir fotos en cantidad masiva junto a videos y otro tipo de aplicaciones, se llevo a la mayoría de los usuarios de fotolog para siempre. Pero algunos fieles se aferraron a Fotolog con alma y vida. Y cuando digo alma y vida me refiero literalmente a alma y vida.
Los floggers formaron una ronda alrededor de dos chicos que, mientras sujetaban sus celulares contra sus oídos, procedieron a bailar electro. Esta forma de bailar es extraña y difícil de explicar ya que es poco comparable con algo. Más difícil aun, es poder bailarla. Es un baile robótico más parecido a una coreografía que otra cosa. Los floggers que estaba entrevistando (.com/electro_da y .com/esreflash) me invitan a bailar con ellos. Respondo que no porque simplemente no me considero lo virtuosa suficiente como para bailar electro y ante mi negativa electro_da y esreflash insisten aun más. Son tan persistentes que sus compañeros floggers empiezan a batir palmas para que baile con ellos. Evidentemente por sus risas, mis esfuerzos no fueron suficientes. En la charla amena que tuve con estos chicos y algunos más (.com/frutillamelom y .com/sseree) me confesaron que les molesta que la gente los denomine floggers: “Sí mucho. El término salio de los mismo adolescentes, fue un termino que se terminó usando por todos, a partir del término Fotolog, la prensa tiene algo que ver porque lo difundió a través de toda la sociedad, ya sea adulta o adolescente”, dice Sergio Acosta de 16 años.
Miró alrededor una vez más y esta vez noto algo diferente. Además de la marea de floggers presente, había alrededor una gran cantidad de gente mirando, algunos incluso estaban filmando. “Nos causa mucha gracia como bailan y que se reúnan todos acá. En YouTube esta lleno de videos de ellos y de gente que los filma”, comenta Joaquín de 18 años. No hay una sola persona que entre al lugar y no los mire. Son el nuevo show del Abasto y su público es cada vez mayor. Dedico unos 45 minutos a mirar a la gente que los mira. Hay personas que llegan y se sientan solo a mirarlos. “La gente sabe que vienen porque ven a la policía rodeando el shopping y estos se enteran por el chat”, me dice un hombre de seguridad del Abasto.
Después de dos horas de observar decido que es momento de retirarme de la “fiesta flogger”. Me despido de mis nuevas amistades que me piden mi Fotolog. Noto cierta tristeza al decir que no tengo pero pudimos intercambiar mails. Cuando llego a las puertas del abasto me doy vuelta y hecho un último vistazo al baile electro. Con diferentes punchi-punchi de fondo, tiro una patada… No, definitivamente no me sale.

jueves, 18 de diciembre de 2008

ACÁ NO ES SOLO ROCK N ROLL

Los Ramones jamás tocaron en un estadio al aire libre en Estados Unidos y acá se despidieron en River, llenamos 5 River con los Stones, fuimos el único país en el que Madonna hizo 4 shows en su última gira y Keith Richards “no podía esperar para llegar a Argentina” en el 2006. Convertimos cualquier canción de cancha en una alabanza al artista, nos ponemos las remeras y las vinchas, acampamos 3 días antes del recital, si llegamos últimos en 10 minutos, entre golpes y empujones, estamos contra el vallado. Nos subimos a caballito y tapamos a los de atrás, nos quedamos afónicos, lloramos, nos llevamos el mundo por delante cuando hacemos “pogo” y también nos desmayamos porque no podemos respirar. Todo esto desde arriba se debe ver espectacular; 50 mil personas estirando los brazos porque están tocando el cielo con las manos, 50 mil personas empujandose, pisandose, golpeandose para llegar a estar a 1 metro y medio de la banda, 50 mil personas transpirando euforia que se adhiere al de al lado porque no hay apenas un milimetro entre cada persona. Por eso no nos sorprende cuando al final del show nos dicen: “¡Argentina, son el mejor público del mundo!”. Pero hasta la más linda de la clase se cansa de escuchar que es la más linda. Y ¿cuál es el termómetro que mide cuál es mejor y cuál es peor? Solo nos podemos fiar de los testimonios de los artistas que muchas veces resultan ser demagógicos. Sin embargo, son muchos los factores que indican que Argentina es la tierra santa de la música en vivo, lo que nos deja con una única pregunta: ¿Por qué?.

El 2 de julio del 2005, dos millones de personas reunidas en el Hyde Park de Londres presenciaron el show más grande de la historia en la que 80 artistas internacionales hicieron sus presentaciones para combatir la pobreza en África. Eran dos millones de personas. dos millones de personas para ver las mejores bandas que pisaron esta Tierra. dos millones de personas en sus respectivos lugares, sin empujar, cada una pudiendo respirar su propio aire. ¡dos millones de personas! La gente que estaba afuera cantaba y bailaba o miraba el recital desde los televisores de los negocios de electrodomésticos. Por otro lado, medio año después el 21 de febrero del 2006, los Rolling Stones hicieron su primera presentación en Argentina de la gira A Bigger Bang en el estadio de River Plate que tiene una capacidad de aproximadamente 70 mil personas. Unas horas antes de que empiece el show la gente sin entrada estaba pedreando a las personas de control y a los periodistas. Las puertas de emergencia se tuvieron que cerrar para que la gente no pueda colarse y salieron lastimados algunos de los que ingresaban con entrada. Dentro de la cancha, el público era el protagonista. Las plateas vibraban por los saltos de la gente del campo y los gritos y aplausos se escucharon por todo el barrio de Nuñez. Si estabas en el campo, la gente desmayada te pasaba por arriba llevada por la gente como los rockstars cuando se tiran al público, solo que parecían bolsas de papas. 70 mil personas hicieron lo que dos millones ni siquiera se animaron a soñar. “Yo tuve la suerte de ir a recitales en exterior y lo que pasaba es que había mucha gente que se paraba y se iba. Hay una sobreinformación. Ellos al tener tanto acceso a ese tipo de shows en lugares que quizá son muy chicos, con una imagen del artista muy diferente a la que tenemos nosotros, están como más cansados. A nosotros nos viene una vez cada tanto un artista así y vamos muy cebados y pasa lo que pasa.”, dice Juan Ortelli, periodista de la Rolling Stone.

“Yo creo que los argentinos tenemos algo con el 'hacer quilombo'. En el colegio es '¡hagamos quilombo!, en la facultad de nuevo '¡hagamos quilombo!', salís con amigos y la salida no es buena hasta que hiciste quilombo. En los recitales se potencia todo y querés hacer más quilombo que nunca, te olvidás te todo. Capaz tirás a alguien al piso y seguís para adelante, ni pensás. Y por hacer tanto quilombo nos creemos los mejores”, dice Walter Leiva, conductor de CM Vivo en CM. Y es que no hay un recital en el que no se salte o se revoleen remeras. Esa es nuestra manera de decirle al artista que haríamos cualquier cosa por un reconocimiento. Nos encanta subirle el ego a nuestro ídolos, cantándole canciones, gritándoles “¡te amo!”. “Habría que pensar que significa esa frase. En un mundo lógico, el mejor público del mundo sería el que se comporta civilizadamente, el que no molesta a los demás, el que respeta el espacio y los bienes del otro. Aqui, creo que significa "el que más le exhibe su devoción al artista", los que se mueren por demostrarle a un tipo que toca la guitarra que somos capaces de hacer cualquier cosa por él con tal de que nos de una palmadita en la espalda diciendo "Argentina, te quiero". Yo no creo que eso sea ser el mejor publico, sino que demuestra un gran complejo de inferioridad en la necesidad del ser reconocidos por un famoso”, opina Hernán Ferreirós, periodista de la Rolling Stone, “los argentinos nos creemos destinados a tener exito y siempre nos va mal. Entonces necesitamos que alguien nos diga 'no importa que fracasen, igual son especiales'. Somos la eterna promesa, la eterna oportunidad desperdiciada. Nos gusta pensar que somos un pais que tiene todo para estar entre los mejores del mundo pero hay algo, incomprensible, fortuito, inmanejable, que nos hace fracasar siempre. De ahi nuestra mezcla de soberbia, 'somos los mejores', y nuestro complejo de inferioridad ante la gente a la que le va realmente bien”. Sin embargo, no todos son iguales, hay muchos espectadores que tampoco están de acuerdo. Pablo Aliveta tiene 20 años y “ama ir a recitales” pero entiende la queja de la gente en cuando al comportamiento, sobre todo opina que los recitales se estan llenando mucho de gente por el esnobismo de “hay que estar”. “No saben como estar en un recital, no saben hacer pogo, y deberían cantar menos. La protagonista es la música, después los artistas. Nunca la gente”.

La entrada más barata para ir a ver a Madonna en Europa rondaba los 200 euros mientras que la entrada más cara para verla en Buenos Aires fue de 630 pesos. Un precio altísimo para nosotros, argentinos, devaluados, pero muy pobre para Madonna que gana el doble en cualquier otro país del mundo. ¿Por qué es que los artistas siguen apostando en Argentina cuando ni siquiera les es ruditable? La verdad es que, tan triste como suena, seguimos siendo un lugar casi exótico en el mundo, y los artistas nos “usan” como marketing personal. Es una manera de juntar curriculum mas que para otra cosa, para poder decir, “Toque en Japón, toque en Argentina” y todos queden impresionados. Más alla de eso, los artistas firman contratos con productoras para hacer las giras y sus itinerarios están armados por esas mismas productoras, sin lugar a sugerencias, por lo tanto hacen lo que ellas les piden y van a donde ellas quieren que vayan.
Solo hay una cosa que los argentinos amamos más que la música en vivo: el fútbol. No hay que ser un genio para darse cuenta de que los recitales están repletos de los mismos rituales del fútbol: los cánticos, las banderas, las bengalas. “La influencia del fútbol en la música afecta y de manera muy negativa. Las bengalas fueron importadas del fútbol al rock, y ahí tenés Cromañon y sus 194 muertos”, comenta Pablo Strozza, también periodista de la Rolling Stone, “también pasa por una pauperización de la vida que vino de la mano de la presidencia de Carlos Menem. Esa cosa de que el público sea tan protagonista como el músico sí es culpa del fútbol, del “aguante”, de la “hinchada que más gente lleva” y demás”. En Inglaterra con bandas como Oasis, que son las equivalentes a las bandas fútboleras (llamadas también bandas “chabon”) de aca (Jóvenes Pordioseros, Callejeros), se puede ver un comportamiento similar del público. Por lo menos un poco más pasional a la hora de gritar y saltar, en donde se nota el denominador común entre ambos países, el fútbol.

“El rock sufrió una transformación. En los 90 dejó de ser un fenómeno de clase media para llegar a los sectores populares, desde que sectores de clase media se empobrecieron y llevaron parte de su bagage cultural, como el gusto por el rock, a los sectores mas desfavorecidos que empezaron a integrar” dice Carlos “Bebe” Contepomi, actual conductor de La Viola por TN. Aunque también es verdad que siguen yendo los mismo “millonarios” de siempre con sus vips y su nunca bien ponderado “¡hay que estar!” odiado por las personas menos adineradas que tienen que conformarse con ubicaciones no tan cómodas.

A pesar de la demagogia de los artistas, o nuestro complejo de inferioridad, o la influencia de las barrasbravas en el público, el público argentino sueña con consagrarse el campeón entre los públicos mundiales. Destacarse por fin el algo que no sea el fútbol y quedaar en la memoria de nuestros ídolos para siempre. Sabemos que los Stones nos tienen cariño y si lo demás es demagogia... Cuando te cuentan una leyenda, un mito urbano, sentís esa nube de incertidumbre por saber más. Un enigrma que te carcome pero te encanta al mismo tiempo. Si alguna vez te cuentan lo que en verdad pasó, no es tan emocionante. Preferís la leyenda. Siempre. Entonces mientras la leyenda viva... ¿por qué matarla?

jueves, 28 de agosto de 2008

MAS ALLA DE LAS LAGRIMAS

“Nunca más Cromañon. Cárcel a todos los responsables. Ibarra-Chaban. Funcionarios corruptos. Policías coimeros. Y Callejeros que también es culpable”. Este y más carteles cuelgan de las vallas puestas en Lavalle frente al Palacio de Justicia. Hay carteles con caras. Con muchas caras. Caras de chicos que oscilan entre los 18 y 25 años. Debajo, dos fechas. Y la segunda, la misma para todos.
Llueve torrencialmente en Buenos Aires el 27 de agosto, la gente camina rápido tapándose con capuchas, portafolios o con algún diario. Pero hay 5 personas que no se tapan con nada. Parados sobre Lavalle, con una cámara envuelta en una bolsa de consorcio, los movileros esperan a salir en vivo. “El camarógrafo de TN está ahí desde la 6 de la mañana, miralo pobre, está hecho sopa” dice Oscar Jimenez, camarógrafo de Telefé y señala a un hombre acurrucado en un agujero de una ventana intentando dormir y protegerse del agua. Sergio Decaro, el periodista que saldrá en vivo en el noticiero de la 1 de la tarde de Telefé discute con el productor, Lucas, que no pasa los 30 años. El técnico de cámara, Sopapita le dicen, tiene puesto el teléfono de cámara (una especie de audífono con un micrófono) y habla con el móvil. Un cable rojo que va desde mitad de cuadra de Lavalle hasta casi la esquina de Talcahuano y Tucumán une a la cámara y al móvil, en donde Martín Serraute y Juan “El Tano” Rinaldi se ocupan de los controles. Una clásica van blanca pero con los dos asientos traseros dados vuelta mirando a un escritorio lleno de cables, un conmutador y una consola de sonidos. Hay seis mini-televisores en total. Tres muestran lo que la cámara en Lavalle está captando, uno sólo muestra los niveles de luz de la imagen, uno que tiene rayas de colores y otro lo que están pasando en este momento en el noticiero. Martín se pone el teléfono de cámara. “Marto escuchame, estamos hablando de la lluvia... y eso. Salimos en 20 segundos. Decile a Oscar que me apunte un poco el cielo y la vereda pero que no salga el palacio". Y Martín hace lo que le pidieron.
“Estamos acá desde las 11.30. Más o menos tenemos que salir en vivo a las 2 menos 20, pero todo depende” dice El Tano mientras juega con una palanquita que le pone y quita brillo a la imagen en pantalla. En la camionetita falta el aire, por eso dejan la puerta corrediza abierta. Entra un poco de agua y cada vez se larga a llover más fuerte. “Decí que nosotros estamos poco tiempo, pero los del 13 o C5N están todo el día abajo de la lluvia y capaz salen dos veces nada más [en vivo]”.
Sergio Decaro tiene que salir en vivo por 30 segundos para decir que Diego Argañaraz, el manager de Callejeros, se negó a declarar y que Callejeros culpa de la inseguridad de la disco del barrio de Once que se incendió el 30 de diciembre de 2004 dejando 193 muertos, a Omar Chaban, dueño de República de Cromañon. Pero ya pasaron 20 minutos desde la última vez que le dijeron que “en el próximo bloque salían” y todavía nada. El Tano se empieza a impacientar y Martín comienza a dudar si van a salir en vivo o no.
Oscar empieza a jugar con la cámara, a hacerle un zoom exagerado a Decaro, a filmar al camarógrafo de TN mientras duerme, apunta al Palacio de Justicia que en este momento no presenta movimiento. Sopapita saluda a la cámara y pregunta como se llama la canción que están pasando en el noticiero. Mientras Martín se ríe e intenta adivinar, suena uno de los teléfonos que están atornillados a la pared. Atiende. “¿Después de Fonseca? OK". Corta. “Salimos después de este Oscar. Dale ponete".
La tele que muestra el noticiero en vivo muestra al cantante Fonseca haciendo un unplugged. El título reza: Pilar a solas con Fonseca. Ya son las 2 de la tarde y Fonseca sigue cantando. Martín empieza a desesperarse. Llama a producción pero corta. La cámara de Lavalle se está moviendo de lugar. Se mueve, se mueve, se mueve, se cortó. Deja de transmitir. “No salimos un carajo” dice Martín y empieza a desconectar cables con más fuerza de la necesaria. Sergio llega a la camioneta empapado. “Tres horas abajo de la lluvia…” y no termina la frase. Pero se entiende. Tres horas abajo de la lluvia para que Fonseca te cante los 30 segundos que le correspondían a él y a los 193 muertos de Cromañon. Gajes del oficio.