“Irás por la vida pensando que las mujeres no están interesadas en ti porque eres un nerd y quiero que sepas desde el fondo de mi corazón que eso no es verdad. Será porque eres un idiota.”
Y con esas palabras la novia de Mark Zuckerberg insemina la semilla que impulsará a este joven de tan solo 20 años a crear la red social más grande del mundo y el invento que cambiará una generación para siempre.
El pasado 21 de octubre se estrenó en la Argentina The Social Network, “la película de Facebook” como muchos le dicen. Lo cierto es que esta no es la película de Facebook sino más bien de su creador, Mark Zuckerberg, interpretado impecablemente por Jesse Eisenberg. La película es una reconstrucción de las declaraciones de Zuckerberg en las dos demandas legales que sufrió poco después de que Facebook se haga mundialmente conocido. La primera demanda es de parte de los hermanos Winklevoss que reclaman que Facebook es una idea original de ellos que Zuckerberg plagió luego de que lo hayan invitado a participar de la creación de la página. La segunda, y posiblemente más dolorosa, es por parte de su mejor amigo, Eduardo Saverin, co-fundador de Facebook. Cuando Facebook comenzó a dar ganancias importantes, Saverin fue prácticamente echado de la compañía por el propio Mark (aunque el poder de manipulación de Sean Parker, co creador de Napster, sobre Zuckerberg tuvo mucho que ver en esta decisión).
La película plantea una contradicción interesante: la herramienta que la mayoría de la población utiliza para socializarse fue inventada por un individuo que nunca comprendió las convenciones sociales. Muchas veces parece alguien con síndrome de Asperger, no entendiendo como dirigirse a una persona o cómo filtrar lo que dice. Dan ganas de odiarlo por ser tan insensible e inadaptado. Pero al mismo tiempo, esta misma persona desea desesperadamente formar parte de los clubs elite de la Universidad de Harvard (Final Clubs), “porque son exclusivos. Y divertidos. Y llevan a una mejor vida”. Pero estos clubes están integrados por el tipo de gente que Zuckerberg odia. Y los odia porque ellos son cool y él no. Porque ellos entienden como funciona la sociedad y él no. Y en vez de intentar integrarse decide odiarlos desde el rincón oscuro de su dorm universitario, secretamente deseando ser uno de ellos. Todo empeora cuando su mejor amigo Eduardo es invitado a formar parte de unos de estos clubes. Zuckerberg no puede ocultar su envidia y las declaraciones en las demandas dejan entrever que se sospecha que esta sea una de las razones o la razón principal por la cual Saverin es desechado de la compañía 4 años después. Ser cool es algo que obsesiona a Zuckerberg y se evidencia a lo largo de toda la película. Cada vez que algo no sale como él quiere, se desespera e intenta realizar otra cosa para mejorar su imagen. Como cuando invento FaceMash (abajo) luego de ser rechazado por su novia, o cuando decide expandir la página luego de que intentó disculparse con su ex novia y esta lo rechaza. Y ahí es cuando sentimos compasión por él. Como bien leí en un foro: “Dan ganas de arrojarle huevos a la casa y luego ayudarlo a limpiar el lío”.
El 28 de octubre del 2003 mientras estos clubes se divertían en diferentes fiestas con chicas semi desnudas, un Mark Zuckerberg rechazado por su novia apenas unos minutos antes, se sentaba frente a su computadora buscando una manera de olvidarla. Resolvió que la manera más fácil de hacerlo era hackeando los directorios de las diferentes casas de la universidad para luego comparar entre 2 mujeres y elegir a la que “mejor estaba”. Lo llamó FaceMash. Este proceso fue íntegramente bloggeado por Zuckerberg mientras se embriagaba. Entonces mientras decenas de jóvenes de 20 años lamían sal de los cuerpos de mujeres, Zuckerberg se dedicó a hackear el sistema de seguridad de Harvard. Borracho. Solo. Este es el mismo hombre que hace que nos quedemos 40 minutos viendo fotos de una fiesta a la que no fuimos y de gente que casi no conocemos. Inventó la manera de socializar que él finalmente logra entender. Inventó una manera de interactuar en la que él se siente cómodo. Él y millones de personas más. Se acabaron las normas sociales y las convenciones sin sentido. Da la sensación de que Zuckerberg nos hizo entrar en su mundo de estar sentados frente a una computadora viviendo la vida de otros a través de fotos. Un pequeño guiño a aquellos que viven más por Facebook que en la vida real. Un pequeño guiño al Zuckerberg que todos llevamos dentro.
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